viernes, 30 de abril de 2010
Entrevista a Zaid Carreño en el periódico Milenio
Imagen: Lissette Ávila Orozco
¿Puedes definir tu libro?
Un amigo que conoce mi gusto por el rock me preguntó a qué corriente pertenece mi libro. Le dije que es definitivamente noventero, es grunge. Y así podría definirlo: una especie de hartazgo donde, a pesar de todo, se grita, se grita el hartazgo. Tiene algo de rudo, algo de confuso y le hace falta ilación. No es un libro sedentario, sino nómadaaa...
(Grita entonces, se golpea, jala sus cabellos, aprieta bala y moneda. Jane, que está cerca, desea abrazarlo. Tampoco puede, el contacto corporal también está prohibido.) Del cuento “DC-71”.
¿Todos los días son extraordinarios para el escritor Zaid Carreño?
No. Imagínate el acervo que tendría si todos lo días fueran extraordinarios, sería algo maravilloso, pero ciertamente no es así. Sin embargo, como escritor le puedes dar el valor de maravilloso y genial a lo cotidiano. Uno encuentra lo extraordinario cuando en ese día ocurre algo que realmente te afecta.
(No soy de mi agrado, por eso voy al psiquiatra y me tomo cinco pastillas al día. ¡Tú eres el responsable de todo, imbécil!) “Una navidad con papá”.
¿Hay partes de tu realidad en la ficción de Crónica de un día extraño?
Es un lugar común eso de que toda la literatura es autobiográfica, pero es cierto. Sin embargo, los hay algunos que lo son mucho más que otros. Por ejemplo, “Una cáscara de frijol entre mis dientes” es totalmente realista... Ah, no es cierto.
(Es claro su deseo de que pose mis manos sobre ellos. Los acerca a mi cuerpo; los he sentido en mis brazos, en mis piernas, presionándome el pecho. Tiene unos enormes y bellos senos. Pienso en Sandra.) “Una cáscara de frijol entre mis dientes”.
¿Generaste algunos momentos para trasladarlos a tus cuentos?
No, no los generé. Salvo algunos, este de “Una cáscara de frijol entre mis dientes” lo escribí hace algunos años para un concurso que curiosamente organizaron Jairo (el editor de esta sección) e Iván Ríos. Estaba escuchando la radio a las doce de la noche (el programa Pepe El Toro es inocente) y escuché que estaba entre los finalistas.
¿Tus cuentos son un viajesote al consciente de personajes retorcidos. En “Lo hago por mi hermano” (mi favorito), ¿qué significan los reflejos?
Es el cuestionamiento a tus acciones, a tu pensamiento, a tu ideología. Aunque hay veces que ni siquiera eso que es lo correcto lo puedes hacer.
(Ensayo frente al espejo la escena de Robert de Niro en Taxi Driver. Todo estaba bien hasta que le dio la espalda a su reflejo y miró con el rabillo del ojo que De Niro no se había movido. El fenómeno le quebró las piernas y luego la mente…) “Lo hago por mi hermano”.
También se percibe una cierta veneración por la mujer, ¿qué tan profundo es esto?
Mi idolatría hacia la mujer llega hasta este grado: si me hubieran dado a elegir entre ser hombre y ser mujer, me hubiese gustado ser mujer. También me gustaría mucho escribir teniendo como personaje principal a una mujer. Imagínate la tarea, adoptar el rol total de una; seguramente acabaría siendo lesbiana. A veces creo que endioso a la mujer y no sé si tengan ese valor divino. A lo mejor sí.
(Pero también yo sufría, padecí mucho; malvadas. Me enamoraba y nada que me pelaban. Era creativo y ni así las conquistaba. ¡Perras!) “No te exijas”.
Eso suena extravagante, ¿pero qué es lo más perverso que has hecho por las mujeres, te has disfrazado de chica para viajar con ellas en el Metro?
Ja… No lo he hecho, pero sí he pensado en esta idea donjuanesca de ¡ojalá me pudiera partir en mil o en tres mil! Esta posibilidad de poder estar en muchos lugares al mismo tiempo, creo que tengo amor para todas.
(En esta parte de la entrevista Zaid Carreño omitió que es casado, así que seguramente pasará esta noche en un hotel o con su mejor amigo, lo que son las cosas.)
¿Qué es lo más extraño que hiciste hoy?
Ir a dar clases sin bañarme.
El libro se puede solicitar en
samsara.editorial@gmail.com
Fuente
Publicado por Hamletmaschine en 9:16
Etiquetas: Autoedición, periódico Milenio, Presentaciones, Productos y Servicios editoriales, Zaid Carreño